POR José Ines Figueroa Vitela
A estas alturas del sexenio, el doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA sostiene todos los hilos del poder estatal en su mano.
La diversidad, que es complejidad, política, cultural, económica, históricamente han hecho de Tamaulipas una entidad difícil de controlar, de conducir, de gobernar.
Las esporádicas luces del pasado, se remiten a escenarios oscuros, de complicidades y concesiones vergonzantes que invariablemente han resultado en contra de la ciudadanía.
Ese es el doble mérito de los buenos oficios del doctor VILLARREAL ANAYA: ha alcanzado la plenitud de su ejercicio ejecutivo, como dicen los clásicos, “cruzando el pantano sin mancharse las alas”.
Con honestidad, respeto a los derechos humanos, apertura, disciplina y visión de largo alcance, Tamaulipas está avanzando a pasos acelerados, sepultando el pasado, movilizando a las fuerzas vivas y concitando afanes multiplicadores en beneficio del colectivo.
La mejor referencia, por estos tiempos, de los alcances del liderazgo político estatal, tendrá que remitirse a la reciente elección del Poder Judicial.
“A pesar de todo…”, cantan ahora relajados y orgullosos, los operadores del ejercicio democrático, al recuento de los saldos del proceso electoral de marras, superados todos los escollos sembrados en la larga ruta electojudicial.
En su tiempo, mucho antes de consumarse la jornada votacional, el alto mando ya sabía quiénes y de qué manera iban a desdoblarse los ataques y las traiciones de abiertos opositores y esbozados cuán pretendidos aliados.
Tomadas las debidas previsiones, los resultados electorales no solo confirmaron, sino que rebasaron las expectativas hasta instalar a Tamaulipas por encima de la media nacional, en cuanto a la participación ciudadana y de menos compartirá los primeros lugares respecto de la calidad de los juzgadores electos.
Las variaciones en la incidencia electoral, respecto de la manifiesta aspiración superior, no fue algo que sorprendiera al que todo lo ve y todo lo oye; saber de quién se puede contar y hasta qué punto, es parte esencial de ese dominio del Poder.
Sorprendidos sólo podrán decirse los impulsores de acciones contra-natura, con la frustración de sus perversas intenciones.
Su candidez previa, sólo podrá equipararse a la pretensión de borrar las consecuencias de sus desvíos, con alguna felicitación pública a la ganadora de la elección, que para eso sí fueron muy puntuales, a toro pasado.
“Los Judas” del Poder son males conocidos que han venido a confirmar la preeminencia de un proyecto superior y trascendente; en su momento se remitirán al lugar que la historia les tiene reservado.
El desenlace de esta jornada no solo se reduce a la consumación de una elección compleja en extremo, por la que nadie apostaba mayor cosa en el origen, símbolo del proceso transformador de la vida pública nacional y estatal.
Renovar el Poder Judicial en Tamaulipas -y en buena medida el federal-, significa echar de los órganos jurisdiccionales a personajes que llegaron sin perfiles, sin reunir los requisitos, sin méritos pues, escogidos en alcobas y obscuros rincones, exclusivamente para mantener tendido el manto de impunidad respecto de sus declarados patrones.
Con alguna excepción que confirme la regla, el pleno del Supremo Tribunal de Justicia echado por los ciudadanos a partir de esta elección, está integrado por subordinados del exgobernador prófugo, contra quien existen infinidad de denuncias y expedientes abiertos de actos de latrocinio, despojo, peculado, corrupción, asociación delictuosa, cualquier cantidad de figuras en el amplio catálogo de delitos punibles.
Esa es la mayor trascendencia de la elección recién pasada y el mayor reto de los juzgadores recién electos: sacar de su madriguera a los saqueadores del Estado del pasado sexenio y someterlos a buen resguardo, para que paguen por todas sus fechorías.
Con el Poder Judicial del Estado renovado y el saneamiento de los demás tribunales, además de la Fiscalía, donde el impresentable IRVING BARRIOS tiene los días contados, con todo y la estrategia reeleccionista que asoma amagando a los tamaulipecos, la real justicia se hace inminente.
Y ese, insistiré, es solo uno de los rostros del liderazgo sereno, amplio y decidido, el Poder Total que desde el gobierno de Tamaulipas ejerce el doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA en todo Tamaulipas.