Entrené para dar mil golpes, ¿por qué me los iba a guardar?: ‘Divino’ Espinoza

Ciudad de México.- Rafael Divino Espinoza no eligió ser el inesperado rostro del boxeo mexicano en su forma más digna. Fue la suma de circunstancias las que amplificaron su victoria en Las Vegas el domingo por la noche. Claro que lo deseaba, como lo anhela cualquier peleador nacido en estas tierras, pero su éxito se magnificó por la aridez de las principales carteleras de este fin de semana clave en el calendario del pugilismo: el viernes en Nueva York y el sábado en Arabia Saudita.

En Las Vegas, el Divino, un tapatío con estampa muy sobria y elegante, defendió su campeonato del mundo de la OMB en peso pluma ante el texano, Edward Vázquez, con un indiscutible nocaut técnico. En un derroche ofensivo llevó al rival a las cuerdas para someterlo con una andanada de golpes que parecían no terminar, hasta que intervino el réferi para evitar más daño. La defensa fue digna y sobre todo apasionante, algo que todos reclaman a la superestrella del boxeo, Saúl Canelo Álvarez, por su parca actuación en Arabia Saudita.

«La gente me lo ha hecho saber, me han dicho que este fin de semana, del que se esperaba tanto se quedó corto y me tocó representar con dignidad a los mexicanos en el boxeo», cuenta Espinoza.

«Esa sensación de molestia de la gente con lo que vio el viernes y el sábado me motivaron y me abrieron una puerta para llamar la atención. La gente quiere ver boxeo espectacular, comercial, y nosotros entrenamos para eso, uno debe entregarse para desquitar el sueldo», agrega el tapatío.

Para darse una idea de los extremos, en la pelea entre Canelo y el cubano, William Scull, tiraron en conjunto 445 golpes registrados por la página de estadística Compubox. Una de las cifras más escuálidas en este ámbito.

El Divino lanzó 520 golpes y su rival otros 325. Ambos se entregaron en una refriega donde se lanzaron 845 puñetazos. La diferencia fue tan escandalosa que incendió las redes sociales y Top Rank, los organizadores de la función donde Divino defendió su título, aprovechó para atizar y publicó una imagen donde presumía que en sólo tres episodios del pleito del mexicano se habían intercambiado 240 guantazos.

«Entrené para lanzar mil golpes, ¿por qué me los iba a guardar? La gente pagó para ver eso y es mi obligación ofrecerlo en una buena actuación», reflexiona el Divino.

«De pronto había posibilidad de conseguir una victoria, no fácil, pero sí cómoda. Pero no me siento bien si no me entrego con todo lo que tengo, como que quedo a deber y no me gusta; entonces me meto a pelear, me arriesgo porque sé que eso desata adrenalina. Tal vez en el futuro deba cuidarme más, porque los golpes hacen daño, pero por ahora siento un compromiso muy grande con la gente», plantea.

Lo dice un día después de que la victoria tuvo un episodio cruento, pero que también exhibió la solidaridad entre compañeros. Tras la pelea, Edward Vázquez recibió atención médica por una herida cerca de un ojo. Yacía recostado en una cama médica y con una gasa sobre una ceja, pero aparentemente tranquilo. El Divino fue a ver cómo se encontraba, con la voz quebrada le ofreció disculpas y le agradeció por entregarse de esa manera tan sincera en el cuadrilátero. «Gracias por esta pelea», le dijo Espinoza mientras ocultaba el rostro apenado.

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