Ciudad de México.- Germán López Cervantes está acostumbrado a medir el tiempo bajo condiciones extremas de trabajo. No es sólo un entrenador mexicano que sabe detectar talento en las categorías menores del Chelsea inglés –el único actualmente junto con el analista Bernardo Cueva, campeón en el pasado Mundial de Clubes–, sino también uno de los miles de empleados en condición de movilidad que descargaba ropa de tráilers turcos desde su llegada a Portsmouth; el cocinero que viajaba en bici hasta la bodega de un restaurante para picar cebolla, pimientos y cilantro; un experto en freír pescados dentro de un Fish&Chips, con jornadas laborales de lunes a domingo y descansos en los que descubrió que su verdadero destino no estaba en otro lugar, sino en el futbol.
Aunque tiene 35 años, el originario de Oaxaca piensa que el deseo de ser profesional se convirtió en un modo de denunciar desigualdades e integrarse a la vida en un nuevo país, incluso sin un pasado glorioso en este deporte. “Los mexicanos estamos hechos de una madera muy resistente. Tenemos una capa muy gruesa ante la injusticia, la desigualdad o el racismo cuando migramos, somos así por historia”, dice a La Jornada desde la ciudad portuaria en la costa sur de Inglaterra, a la que llegó por medio de una plataforma digital (Workaway) que conecta a voluntarios con anfitriones de todo el mundo para intercambiar horas de servicio por alojamiento y comida.
Romper la rutina
En la capital de Oaxaca, López Cervantes trabajó durante tres años para la Biblioteca Pública Central. “Tenía una base en el gobierno, realizaba tareas rutinarias, pero esenciales con miembros del sindicato y muchas veces me preguntaba si de verdad quería pasar el resto de mi vida en ese lugar, esperando a tener una pensión”, recuerda sobre aquel primer momento que lo llevó a salir de vacaciones a Colombia, luego a Francia, Gales e Inglaterra, donde una familia británica aprobó su solicitud para ayudar en la remodelación de su casa. “Regresé a México después de año y medio. Mis papás se separaron, las cosas ya no eran igual que antes y fue entonces que apareció el futbol”.
En equipos locales de Tercera y Cuarta División –Tigres Dorados, Alebrijes de Oaxaca y Ocotlán–, el también estudiante de fotografía intentó llegar al circuito profesional, pero nunca pudo jugar un partido. “Viajaba todos los días para entrenar. No sé si los profes tenían mal ojo o yo era muy malo, lo cierto es que empecé a investigar cómo era el proceso para ser director técnico. Tenía 27 años. Uno de esos días encontré un blog en el que se compartían experiencias y recomendaciones para obtener las licencias UEFA. Le escribí a la familia británica para ver si po-día regresar, me aceptaron. Entonces pedí dinero prestado a varios amigos para viajar a Europa y decidí seguir ese camino”, relata.
Durante aquel regreso a Portsmouth, el cocinero y entrenador conoció a su esposa, tuvo una hija inglesa y comenzó los trámites para obtener la residencia. Al mismo tiempo, trabajó en un restaurante mexicano llamado Tacos Mx, en Southampton, ahora con sucursales en Fulham, Girona y Kingston, pero en ese tiempo sólo era un simple puesto de comida. Para llegar a su trabajo, López Cervantes viajaba en bicicleta desde la estación del tren. El edificio no era muy grande, pero lo ocupaba para el marinado de carne, picar cebolla, pimientos y cilantro. Llenaba los botes con salsas picantes, vendía agua de Jamaica, burritos, ponía todo en la carpa y se quedaba a dormir en el local con el dueño, “yo en un sofá y él en otro”. Así pasaron 10 meses hasta que ya ninguno pudo atenderlo.
“Antes de cerrar el puesto, un día Joel (el dueño) me pidió que lo administrara. ‘Seamos socios, vamos a hacer dinero’, me dijo. Pero yo no quería ser chef, no era algo que me apasionara. Cuando trabajaba en el Fish&Chips, me acuerdo que al freír pescados decía ‘un pescado menos, menos papas, menos puré’. Esa era mi terapia en la cocina”, menciona. “Mi objetivo era ser entrenador. Como la Federación escocesa tenía un modelo híbrido, hice los estudios en línea para obtener la licencia UEFA C –dirigida a categorías formativas–. Fue duro, tuve que pedir dinero prestado. Después de un periodo de prácticas y de todos los trabajos a los que apliqué, un día me llamaron del Chelsea”.
La prueba
El oaxaqueño estuvo 10 meses a prueba. Su labor era desarrollar talento, mejorar las fuerzas básicas de los Blues con jugadores menores de 11 años. Durante ese tiempo aprendió inglés, combinó su carrera deportiva con trabajos de hasta 11 horas, en los que descargaba ropa de tráileres turcos, y visitó campamentos u oficinas de otros directores técnicos mexicanos que estuvieron de paso por Europa, desde el analista Bernardo Cueva –integrante del cuerpo técnico del primer equipo del Chelsea– hasta el ex futbolista Alfredo Tena y el seleccionador nacional Javier Aguirre, entonces al frente del Mallorca.
“Esta es la primera temporada que la academia del club me ofrece un lugar en fuerzas básicas, con niños que van de 7 a 11 años. Acabo de aplicar, además, para obtener la licencia UEFA A que me permite dirigir a jugadores de categorías Sub-12 a Sub-15, etapa de transición del futbol amateur al de élite. No es el objetivo final, tampoco todo ha sido miel sobre hojuelas. A veces pienso que es como una serie de Netflix y cada lugar es un capítulo nuevo. El Chelsea es un equipo con glamour, de los pocos que le dan la oportunidad a los técnicos que se han preparado. Un día vas caminando y saludas a Raheem Sterling, otras veces pasa Cole Palmer o Marc Cucurella, todos estrellas.”
Además de él y Bernardo Cueva, quienes no jugaron a nivel profesional, los técnicos mexicanos que han dirigido en el futbol base o el circuito profesional de Europa siguen el viejo modelo del jugador en retiro: Javier Aguirre (Mallorca, Atlético de Madrid, Zaragoza, Osasuna, entre otros), Hugo Sánchez (Almería), Rafael Márquez (Barcelona B), Ignacio Ambriz (Huesca), Jehú Chiapas y José Luis Trejo (Salamanca), además de Juan Francisco Palencia (Sant Cugat). “Somos muy pocos los que estamos tan lejos, pero podemos aportar algo a nuestra selección. No buscamos un sueldo, sino que la federación nos abra las puertas, que valore la opinión que podemos dar sobre el modelo de formación, la resiliencia, porque la conocemos al derecho y al revés”.
De forma remota, Germán López Cervantes colabora con la academia filial del club Puebla en Oaxaca con un proyecto enfocado en la metodología, normativa y modelo de juego de los equipos infantiles. ¿De qué depende construir algo nuevo?, plantea y a la vez se responde. “De que dueños y federativos nos los permitan”, afirma. “Pero, además, de no olvidar el país del que venimos. El mexicano nació en el nivel experto de este videojuego que es la vida. Y, si uno lo pasa, en cualquier lado del mundo puede triunfar. Los mexicanos, no sólo por ser migrantes, somos aguantadores, echados para adelante, con una capa muy gruesa pa-ra cualquier circunstancia”.
