Qatar 2022: la Copa del Mundo que obligaron los intereses monetarios

Ciudad de México.- La elección de Qatar como sede de la Copa del Mundo “fue un error”, señala ahora el ex presidente de la FIFA, Joseph Blatter, declarado inocente junto a Michel Platini tras un juicio en un tribunal federal por su implicación en el caso FIFAGate, el mayor entramado de corrupción en la historia del futbol. Con escasa tradición futbolística y limitaciones en alojamiento, la pequeña y adinerada nación se impuso en la ronda final de un proceso de cinco candidaturas por ser la sede de 2022, desatando la furia de Estados Unidos.

Aunque en los pasillos de la FIFA era un secreto a voces el anticipado triunfo de los estadunidenses, el proceso dio un vuel-co en favor de los cataríes luego que el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, organizó un almuerzo en el Palacio del Elíseo, en París, una semana antes de la votación pautada para el 2 de diciembre de 2010 por el comité ejecutivo.

Allí estuvieron el príncipe heredero de Qatar y actual emir, Tamim bin Hamad Al Thani; el primer ministro de Asuntos Exteriores, Hamad ben Jassem, además de Platini, entonces presidente de la UEFA.

Los acuerdos

Según la revista France Football, en la reunión se discutió la votación para elegir la sede de la Copa, pero además otros temas: la compra del club París Saint-Germain, acuerdos entre la energética francesa EDF y Qatar Petroleum International, futuros contratos de la compañía Airbus con Qatar Airways, así como el arribo a Francia de la cadena televisiva BeIN Sports, filial del grupo Al Jazeera, con la condición de que el voto de Platini fuera para el emirato y no a los estadunidenses.

La FIFA, a su vez, recibiría un bono por 100 millones de euros de los jeques árabes y la garantía de firmar un segundo contrato de derechos televisivos por 480 millones de dólares, reveló el diario inglés The Sunday Times. Llegada la votación, Qatar, nación principalmente llana y desértica donde en verano la temperatura supera los 40 grados centígrados, fue anunciada como organizadora del torneo en 2022 –al mismo tiempo que Rusia de 2018– sin sospechar el escánda-lo de corrupción que vendría después.

Estados Unidos, furioso porque perdió aquella elección, acudió en seguida al FBI por presuntas irregularidades en el procedimiento. La monumental investigación –conocida como FIFAGate– abrió varios frentes, pero, en su afán de quitarle el matiz revanchista por haberse quedado sin la Copa, las autoridades estadunidenses afirmaron que todo comenzó meses antes.

El negocio

La prensa europea reveló que el presidente de la Federación catarí y también titular de la Confederación Asiática de futbol, Mohammed bin Hamman, pagó hasta 3.6 millones de dólares a 30 miembros de la FIFA y otro tanto a dirigentes africanos para asegurarse el voto favorable.

“Encuentro vergonzoso que se me arrastre por el barro”, declaró Platini al diario Le Monde, en medio de las diligencias que también encabezaron elementos de la policía británica, Scotland Yard. El punto culminante llegó con la detención de siete altos funcionarios en ma-yo de 2015, en un hotel de Suiza. Joseph Blatter, entonces mandamás de la FIFA durante 17 años, cayó del trono del máximo organismo del futbol tan estrepitosamente como el francés, quien aspiraba a sucederlo.

“Sarkozy nunca me pidió votar por Qatar, pero yo sabía que era beneficioso”, reconoció el titular la UEFA, señalado por Blatter de echar abajo la candidatura estadunidense. Ambos tuvieron que afrontar un proceso judicial tras la renuncia a sus cargos, mientras en la FIFA se convocaba a elecciones extraordinarias en febrero de 2016, en las que resultó ganador Gianni Infantino, quien se mudó al emirato en el último año.

Aunque arrepentido de sus errores, el suizo acusó a Estados Unidos e Inglaterra, que perdió el derecho a organizar el Mundial de 2018, de sumarse a una campaña para destruir a la FIFA. Junto a las autoridades, dijo, esos países orquestaron el ataque contra el organismo.

Críticas por derechos laborales

Qatar, país musulmán con leyes, costumbres y prácticas arraigadas en el Islam, es ahora el anfitrión más chico en tamaño desde el Mundial de Suiza 1954. Como otras naciones del Golfo Pérsico, depende de millones de trabajadores migrantes, que son la mayoría de la población y casi 95 por ciento de la fuerza laboral, desde los ejecutivos corporativos de altos salarios a los obreros de la construcción.

Ante las intensas críticas, el emirato ha desmantelado buena parte del sistema conocido como “kafala”, que vinculaba a los trabajadores a sus empleadores y hacía casi imposible que renunciaran o cambiaran de empleo sin permiso. Pero organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han denunciado que dicho modelo persiste de un modo más informal.

A menudo, los trabajadores deben pagar una cuota desorbitada de reclutamiento, que los endeuda incluso antes de llegar. Y los empleadores todavía pueden cancelar sus visas o reportar a los que renuncian por “fuga”, un delito penal. Desde 2010 a la fecha, informó el diario The Guardian, se reportaron al menos 6 mil 500 fallecimientos de obreros que trabajaron en la construcción de siete de los ochos estadios para el torneo.

A eso se suman la ausencia de infraestructuras deportivas y hoteleras, el rechazo a la comunidad LGBT+, así como las altas temperaturas del verano catarí, que llevó en 2015 a trasladarlo a los meses de noviembre y diciembre, en el final del otoño local.

Según los historiadores, el futbol llegó al país en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial. El primer equipo local data de 1950, mientras la Asociación de Futbol de Qatar fue fundada en 1960 e ingresó a la FIFA en 1970. La liga nacional celebró su primera temporada en 1963.

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