POR José Inés Figueroa Vitela
Aunque hay quienes insisten en sembrar nubes donde brilla el sol, la noche del Grito en Tamaulipas fue más clara y reveladora que cualquiera de los intentos por desvirtuar y confundir su contenido y trascendencia, en el aquí y ahora tamaulipeco.
El gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA no necesitó dar discursos grandilocuentes ni responder a las provocaciones siniestras mediatizadas.
Le bastó con salir al balcón, ondear la bandera, y compartir con su gente una celebración que dijo más de lo que algunos están dispuestos a aceptar.
Mientras los rumores de inestabilidad circulan en voz baja —y siempre desde cómodas guaridas lejanas—, la realidad política se manifestó en las plazas llenas, en el ánimo festivo de los tamaulipecos, de su liderazgo, en un mandatario que, lejos de la retórica defensiva, se mostró sólido, cercano y seguro de sí en Los Hechos.
Gobernar, después de todo, también es saber leer los símbolos… y el del 15 de septiembre fue contundente.
La gobernabilidad no se remmite a las columnas fletadas, ni se valida en redes anónimas; se palpa en la calle, en el rostro del ciudadano y en su actuar en los espacios comunes.
De cara a las fiestas patrias, lo que se vio fue un gobernador que no rehúye al escrutinio, que no teme al contacto directo, y que ejerce su autoridad con una serenidad que incomoda a quienes apostaban por el desgaste.
Porque sí, Tamaulipas, como el país y el mundo, enfrenta turbulencias que vienen de largo aliento y apenas empiezan a ver la luz al final del túnel, con una esperanza negada por tanto tiempo.
La política, cuando es de altura, transforma la presión en legitimidad; la noche del 15, fue otra, entre muchas más pruebas de ello.
Hay quienes quisieran ver fracturas donde hay estructura, vacío donde hay fuerza, y silencio donde hay aplauso.
Los hechos son tercos, y las plazas no mienten: el gobernador está más firme que nunca, respaldado por una ciudadanía que no se deja confundir por el ruido, ni por los mensajes envenenados, torpemente disfrazados de análisis.
Por quien piensa que con infundidos, notas falsas y distractores, cómplices y cajas de resonancias, han de prolongar eternamente el estado de impunidad en que se encuentran, las acciones de justicia transitan pasos inexorables.
Aunque algunos creyeron que los desvíos en la Secretaría de Salud del sexenio anterior ya habían quedado enterrados en el archivo muerto, el Congreso local acaba de revivir el expediente y esta vez con ganas de llegar al fondo.
La historia ya se la sabe: pagos irregulares, empresas fantasma, apellidos incómodos —los Carmona Angulo, para más señas— y una Auditoría Superior del Estado que, en su momento, prefirió mirar hacia otro lado, nadando en el mar de las complicidades.
Su problema es que los documentos no desaparecen por voluntad, ni los desfalcos se borran con el paso del tiempo, con todo y la quema de papeles y borrado de discos en lo que ocuparon su tiempo las altas burocracias del pasado reciente.
Ayer, la Comisión Especial del Congreso, tras revisar la respuesta de la Auditoría Superior del Estado, decidió ordenar la reapertura de las cuentas públicas 2017 y 2018.
Resulta que de los desvíos denunciados de recursos destinados a la salud, en el pasado sexenio, ni una sola observación encontraron los revisores de entonces.
Pagos sin factura, facturas sin contraprestaciones, bienes y servicios pagados a empresas distintas y triangulación de recursos públicos que fueron a parar a cuentas de los de casa, documentados en las denuncias de las actuales autoridades y las fiscalizadoras del pasado reciente ni una sola observación hicieron.
Total, que los diputados ordenaron, en calidad de mientras, al actual Auditor Superior, FRANCISCO NORIEGA OROZCO, reabrir las cuentas del exgobernador FRANCISCO JAVIER GARCÍA CABEZA DE VACA, de los años 2017 y 2018.
Quieren ver cómo fue que no se detectaron cosas tan simples como esos pagos irregulares.
Si no hay traiciones, con solo pincharle un poco va a empezar a brotar la pus, y eso ya no va a parar, en esos y algunos otros tratos que seguramente tuvieron los hermanos CARMONA con el tal CABEZA DE VACA.
El mismo que quiso montarle sus delitos al nuevo gobierno y su partido, alimentado con mentiras la narrativa nacional de la narcopolítica y el narcoestado.
El diputado VÍCTOR GARCÍA FUENTES, en esas de la Comisión, sin rodeos, calificó la fiscalización de aquel periodo como “limitada y superficial” lo que se lee como que hubo encubrimiento institucional.
Por eso ahora se impulsa una revisión extraordinaria, para limpiar la casa desde los cimientos.
El Congreso, está haciendo lo que no se hizo en su momento: abrir los libros, revisar a fondo, y construir expedientes sólidos que puedan derivar en sanciones.
No se trata solo de ajustar cuentas con el pasado, sino de enviar un mensaje claro: la impunidad ya no es política de Estado.
En tiempos donde la transparencia es exigencia y no eslogan, la reapertura de estas cuentas representa algo más que un acto contable.
Es una promesa de justicia.
Porque cuando se trata del dinero destinado a la salud, no hay margen para la omisión ni espacio para la impunidad.
Lo que aparezca después, ahora sí que, vendrá por añadidura… y no es menos.