POR José Inés Figueroa Viteela
Dicen que “de lengua me como un plato”; se refieren, obviamente a la lengua de res; la res no tiene género, la vaca sí, y en su caso, la vaca muere por su propia lengua, enredada, cuando la cola también es larga.
La nueva intentona del exgobernador prófugo, por desvirtuar las acusaciones en su contra, que lo mantiene a un paso de la cárcel, usando los mismos medios y las mismas mentiras de siempre, lo que hacen es ampliar el abanico de las sospechas sobre otros delitos por los que no ha sido procesado.
Echarse encima la capa de víctima, diciéndose “perseguido”, en venganza por haber denunciado el tema del huachicol fiscal, ha llevado a la opinión pública, por lo pronto -ya vendrán las autoridades enseguida- a escarbar en ese tema.
Y lo primero que salta a la palestra e la pregunta, por qué, si sabía y dice haber denunciado el contrabando de hidrocarburos, no actuó al respecto.
Usando los resortes de ARTURO SOTO -a quien hizo subsecretario y operador- en Hacienda Federal, reformó la Ley a partir de las vísperas del inicio de su gestión y modificó convenios, en el primer mes, para ejercer desde el estado la legislación federal en materia aduanera.
En el transcurso de la creación y operación de un Sistema de Administración Tributaria propio, entre sus principales objetivos aparecieron precisamente los nombres de empresas y personas que este año “reventaron” como los grandes traficantes internacionales de combustibles.
A los Mefra, Roca y Montimex, a HÉCTOR MANUEL PÓRTALES, JOSÉ RAMÍREZ, ANUAR GONZÁLEZ, el gobierno de CABEZA DE VACA los tuvo en el banquillo de los acusados; invariablemente, los conductores de las pipas se marcharon por su propio pié y tras un procedimiento “abreviado”, con una multa simbólica les regresaron equipo y producto.
Los capos de esas mafias, procesados en Estados Unidos, confesaron esos y otros delitos, como el cobro de cuotas, extorsiones, en los que también se vieron involucrados el exgobernador y su primer círculo de complicidades.
Institucionalizando el delito, que fue una práctica común en el pasado sexenio, hasta se quiso hacer una ley para cobrar a los transmigrantes por cruzar suelo tamaulipeco.
Era una práctica de un grupo delincuencial, retomada tras la captura del capo allende el Bravo, confiada a la pareja sentimental de la exalcaldesa panista matamorense, por cuyos oficios hizo diputada a su madre -también abanderada por el PAN- y quien terminó el sexenio encarcelado, para que CABEZA y los suyos pudieran libremente disponer de tales extorsiones.
Existen grabaciones telefónicas -referenciadas por El Norte y otros periódicos-, en las que el exsecretario general del gobierno cabecista, ex candidato a la gubernatura y actual aspirante a la dirigencia estatal panista, CÉSAR AUGUSTO VERÁSTEGUI OSTOS, habla de las cuotas que estaban cobrando a los transmigrantes.
Contras las expresiones en genérico que del huachicol habla CABEZA DE VACA, los medios registran cuando anunció con grandilocuencia el decomiso de una flotilla de tráileres cargados del combustible ilegal.
Fue la ocasión en que su primo, MARCO ANTONIO GUERRA GARCÍA abandonó la Dirección de la Comisión Estatal para la Protección de Riesgos Sanitarios, sin que se supiera su ubicación, hasta que pasados los meses, ya al cierre del sexenio, regresó a la dependencia.
Para entonces, ya su hermano, apodado LA CHULADA, ya había seguido sus pasos, abandonando de la noche a la mañana la secretaría de administración de la UAT, cuando la Auditoría Superior de la Federación encontró desfalcos multimillonarios.
En su caso, el de la COEPRIS apareció como cómplice en el contrabando de combustibles decomisado por su primo, se dijo, quien no había sido enterado de las cuotas correspondientes por la permisividad en el ilícito.
Por eso se dice, ahora que a CABEZA DE VACA le sigue creciendo la lengua, con la cola interminable que ya venía arrastrando desde antes, conforme para el tiempo y las indagatorias avanzas, más se hunde.
Y con lo que le anda costando publicar sus mentiras, que en nada lo libran de sus responsabilidades, para cuando llegue a la cárcel no le va a alcanzar para pagar “el rancho” y la “dignidad” que, se dice, cuesta cara tras las rejas.
Aunque lo robado, extorsionado, cobrado en cuotas ilegales y otros trafiques, hay quien asegura, no tuvo límites.
Ya falta menos para saberlo.
